domingo, 5 de junio de 2022

Atenas y Peloponeso en 9 días

    Tras 4 años trabajando en el mismo hospital, 14 amigos decidimos irnos de viaje para celebrar el fin de la etapa de la residencia. Estuvimos barajando varios destinos y finalmente y tras varias votaciones, se decidió viajar a Grecia, a Atenas y el Peloponeso más específicamente. Grecia tiene la facilidad de tener vuelos directos, baratos por lo general (sobre todo si vas en temporada baja, como fue nuestro caso), tiene diversos tipos de turismo: islas, zona montañosa, la capital, tiene cultura infinita y la gastronomía es muy diversa, rica y asequible económicamente. Dado que fuimos del 6 al 14 de mayo, no queríamos arriesgarnos a centrarnos en un viaje por las islas ya que las posibilidades de que hiciera mal tiempo existían. Por todo ello, decidimos centrarnos en Atenas y la Península de Peloponeso, ya que podía ofrecernos cultura, gastronomía y playas. Conocíamos gente que había estado y le había encantado y tras informarnos en diferentes blogs, nos adentramos a organizar el viaje. 

    Al ser un grupo grande, debido a las agendas de cada uno, fue llegando gente de forma escalonada. Inicialmente éramos 9, posteriormente 11 y finalmente 14 personas. Por ello, decidimos dividir el viaje en dos partes, la primera en la que nos quedamos en Atenas, convirtiéndose en nuestra base durante 4 días y el resto del viaje, que realizamos un roadtrip por la Península del Peloponeso, cuando ya estuviéramos reunidos los 14 del grupo.

    En cuanto a los transportes, volamos con Iberia, en vuelo directo. En Atenas, nos movimos en la mayoría de ocasiones en Uber, ya que eran bastante baratos y entre 3/4 personas merecía la pena. Además, Atenas es una ciudad que permite conocerla andando, son distancias algo largas pero de esa forma puedes empaparte de la cultura y ver la diferencia entre los barrios de la periferia y los colindantes al Acrópolis. Para la segunda parte del viaje, alquilamos 4 coches en AddCar. La empresa era de las más económicas y los coches algo básicos pero hicieron su función (importante añadir siempre el seguro a todo riesgo in situ, mucho mejor que a través de proveedores online). Las carreteras por Grecia se parecen mucho a las españolas. Eso sí, hay muchos peajes en los diferentes tramos que recorrimos, todos en torno a 2-3€, eso sí. 

    En cuanto al presupuesto del viaje, salió a en torno 900€ por persona, 9 días, con absolutamente todos los gastos incluidos y sin haber estado muy pendientes de lo que gastábamos, comiendo donde nos apetecía, haciendo tours guiados... Es fácil pagar con tarjeta en la mayoría de sitios, sin embargo, para alguna de las actividades que realizamos, convenía llevar efectivo (sacamos unos 200€ por persona antes de viajar). En comparación con España, todo es un poco más barato, lo cual se agradece. Los alojamientos los llevamos reservados desde España, todos a través de Booking/Airbnb.  

    A continuación, iré contando día a día nuestro planning, lugares donde comimos, dormimos y recomendaciones que aconsejaría 100% incluir en un viaje por Atenas y Peloponeso. 

Día 1. Madrid - Atenas.
    
    Una vez aterrizas en Atenas, para ir al centro desde el aeropuerto se puede ir en taxi, sin embargo, Atenas tiene mucho tráfico, por lo que finalmente se tarda prácticamente lo mismo que en metro, siendo algo más económico. Por ello, cogimos el metro (9€ por persona) y en 1 hora estábamos en nuestro alojamiento. Lo cogimos en el barrio de Exarchia, y la verdad que, aunque el alojamiento no lo recomendaría, el barrio sí y mucho. Se trata de un barrio alternativo, residencia de anarquistas, conocido por su ideología de izquierdas y, a raíz de un enfrentamiento en 2008 en el que murió una persona a manos de la policía, ésta no suele patrullar por sus calles. Exarchia es un lugar dónde no hay un punto fijo que visitar, sino que hay que recorrer a pie todas y cada una de las calles, pues todas tienen algo que llamará nuestra atención, especialmente arte urbano o graffitis. Además, tiene muchas terrazas y bares, mucha vegetación, placitas... Es un lugar muy curioso. 

    Buscábamos algo para hacer comida-merienda-cena ya que se nos había hecho algo tarde. Por recomendación de una chica de Atenas (amiga de una del grupo) fuimos a Rosalia, y fue un acierto total. Nos empezamos a adentrar en el mundo de tzaziki, del  gyros y del queso feta. Dimos un paseo por el barrio, la catedral de Santa María, el parlamento, la  biblioteca nacional… y terminamos en Plaka (otro barrio de Atenas, cerca del Acrópolis), animado para tomar alguna copa.

 
Día 2. Atenas.

    Para empezar a conocer la ciudad un poquito más a fondo, habíamos cogido un freetour con la página de freetour.com (Private Free Walking Tour Athens) para hacerlo el sábado por la mañana. Lo cogimos con poca antelación y la verdad es que no nos quedaban apenas opciones, por lo que tuvimos que coger uno en inglés y a decir verdad, no nos gustó mucho (el guía se notaba que sabía muchísimo pero no consiguió captar nuestro interés al 100%). En general y por experiencias en otras ciudades, a mí me gustan mucho los freetours de Civitatis.

    Quedamos cerca de la Catedral de Santa María, donde inició el tour. De Atenas, destacaría los siguientes puntos de interés: la Iglesia de Agios Eleftherios (al lado de la catedral y realmente bonita), el cambio de guardia (realizado en frente del Parlamento griego en la Plaza Syntagma), el Jardín Nacional de Atenas (agradable de pasear y con cientos de especies de árboles importadas de todo el mundo),  el palacio presidencial y la casa del primer ministro, el Estadio Panathinaikó (que acogió la primera edición de los Juegos Olímpicos Modernos en Atenas 1896 y que se sigue utilizando hoy en día), el Templo de Zeus (que se encontraba en obras cuando estuvimos nosotros), el Arco de Adriano y la zona del Ágora romana de Atenas (con la Torre de los vientos, la Biblioteca de Adriano…). Destacaría el barrio de Plaka, el barrio más bonito, entrañable y agradable (desde mi punto de vista) de Atenas, encontrándose a las faldas del Acrópolis. Todo callecitas peatonales con muchas flores y vegetación así como tiendas. Por último, mencionar la Plaza Monastiraki, la plaza principal de la ciudad, muy animada, atestada de gente, restaurantes (donde se comen los mejores Gyros de la ciudad), vendedores… Mención especial a la Iglesia Panaghia Kapnikarea, una de las que más me gustó. 

    Finalizado el freetour, fuimos a comer a Avli Psiri, en una calle bastante solitaria y fuera de todo el meollo pero cerca de él. Fue recomendación de la misma chica que nos recomendó Rosalia y como no, otro acierto. Nos encantó a todos. Tuvimos que hacer algo de cola para sentarnos porque estaba hasta los topes. Se trata de un pasillito estrecho (no te imaginas que puede haber un restaurante) y al cruzarlo llegas a un patio interior monísimo, con mesas pequeñas y repletas de gente. Además, y más importante, la comida barata y súper local. Paseamos por zona que nos había gustado (Plaka) y fuimos a una calle (Mnisikleous) con una escalera larga y apenas espacio para caminar de todas las terrazas que tenía para tomarnos un café en Yiasemi. 

    Nos apetecía tener una imagen panorámica de la ciudad, por lo que ascendimos en Uber hasta Monte Licabeto (5€ de trayecto. Ojo con pedir un taxi en la calle, nos intentaron colar 25€ por taxi y en Uber es la quinta parte). Existe también la posibilidad de subir en funicular. Desde la cima se tienen vistas de toda la ciudad y es un sitio chulo para ver el atardecer, eso sí, estaba llenísimo de gente. Bajamos andando dando un paseo, hay un camino bastante intuitivo. Para cenar, querríamos haber reservado porque los sitios estaban llenísimos y éramos bastantes pero acabamos encontrando sitio en Oxo Nou, en la zona de Exarchia, y nos terminó gustando bastante. Nos apetecía un poco de marcha, asique fuimos a la zona de bares/discotecas Gazi y entramos en una discoteca enorme, Lohan.

Día 3. Isla Egina.

    Como aún nos quedaban dos días en Atenas (hasta que llegará el resto del grupo), decidimos ir a pasar el día a Isla Egina. Es una de las islas sarónicas (Salamina, Egina, Angistri y Poros) y es una escapada estupenda para ir a pasar el día. Se llega en ferry (el cual tarda 1 hora) desde el puerto de Atenas. Nosotros cogimos los billetes online (https://www.ferryhopper.com/es/ferry-routes/direct/athens-aegina), sin embargo también hay opción de comprarlos en el puerto.

 

    La isla es pequeñita y tiene el pueblito de Aegina (donde te deja el ferry) que para pasear es muy agradable. Para moverse por la isla hay opción de coger un autobús que te cruza la isla o bien coger taxis (que esperan en la zona del puerto). Se trata de una isla muy montañosa (sobre todo en la parte del sur) y las zonas más visitadas se encuentran en la parte norte. Tiene bastantes playitas, sin embargo, cuando estuvimos no hacía tiempo de bañarse por lo que nos centramos en otras zonas. Concretamos con dos taxis que nos llevaran y nos trajeran de vuelta a Aegina, parando en dos lugares para visitar, por el precio de 100€ (entre los 9 que éramos). Paramos a visitar la Iglesia de San Nectario y, posteriormente, lo que realmente merecía la pena, visitamos el Templo de Afaya (el cual forma el triángulo sagrado junto con el Partenón en Atenas y con el Templo de Poseidón en  Cabo Sunión, dato curioso). 

    De vuelta al pueblo, habíamos reservado a comer en Dromaki, un restaurante al ladito de la playa con aguas cristalinas y un servicio encantador. Comimos pescado fresco, por recomendación del camarero (lubina y pargo) y fue un acierto total. En comparación con otras comidas fue algo cara, sin embargo, lo merecía. Tras ello, paseamos por el pueblo, nos perdimos por sus calles… Tiene muchas tiendas monísimas y una heladería bien rica (Melenio). Además, la isla Egina es una de las principales exportadoras de pistachos del mundo, y es que la variedad de pistacho que se encuentra en Egina, llamada koilarati, es rara y excepcionalmente deliciosa. Por ello, verás tiendas de producto local por doquier. Pusimos rumbo de vuelta a Atenas, nos reunimos con 2 amigos del grupo que faltaban por llegar y cenamos en un sitio italiano por Exarchia.

  

Día 4. Acrópolis de Atenas y Cabo Sunion.

    El último día en Atenas lo habíamos reservado para visitar el Acrópolis. Habíamos planteado la posibilidad de hacerlo sin guía, sin embargo, llegamos a la conclusión de que visitarlo por tu cuenta lo único que supone es tirar el dinero ya que en sí, lo visitable, no es algo impactantemente bonito, así como sí lo es la historia que hay detrás del lugar y del Partenón. Por ello, hicimos búsqueda en internet y dimos con literalmente la mejor guía de Atenas. Fue una absoluta MARAVILLA. Efi, así se llamaba la guía, es una fuera de serie en cuanto a guía se refiere, te transmite el amor por la historia, te engancha, te emociona y te hace querer saber más. Si hay algo que recomendaría sin dudarlo de este viaje, sería coger este tour por el Acrópolis con ella.

(https://www.tripadvisor.es/Attraction_Review-g189400-d23963140-Reviews-Toptoursgreece-Athens_Attica.html). 

    El tour comenzaba a las 8am e incluía la visita del Acrópolis (50€ por persona con la entrada incluida, que son 20€ en taquilla) durante 3h de explicación. No sabíamos que después continuaba el tour por el barrio de Plaka y el Ágora romana y los encargados de Toptourgreece (una pareja encantadora) nos invitaron a los 11 del grupo a realizar dicho tour, con otras 2h más de visita. 5h con ella y se pasaron rápidas. Terminamos el tour en la plaza de Monastiraki y nos decidimos por comer un gyros en Tanasis, uno de los lugares más conocidos de dicho plato griego. 

 

    Para la tarde, teníamos previsto ir al aeropuerto a recoger los coches que habíamos alquilado, por lo que cogimos 3 Ubers hasta el aeropuerto. Tras gestionar los seguros a todo riesgo sin franquicia, pusimos rumbo a Cabo Sunion, a una hora en coche, donde se encuentra el Templo de Poseidón (que cuesta 10€ por persona). Desde aquí, se puede ver uno de los mejores atardeceres de Grecia, y doy fé. Antes de entrar al templo, hay un bar con una terraza muy agradable y vistas bonitas. Pusimos rumbo de vuelta a Atenas para encontrarnos con los 3 amigos que faltaban para completar los 14 del grupo y cenamos en Efcharis. En Google tiene muy buenas opiniones, sin embargo, no nos gustó mucho. 

Día 5. Canal de Corinto. Epidauro. Nafplio.

    El quinto día de viaje comenzábamos la segunda parte del mismo, la ruta en coche por el Peloponeso. El Peloponeso es una península de Grecia, unida al continente por el istmo de Corinto que actualmente está cortado por el canal de Corinto. Su nombre proviene del héroe mitológico griego Pélope, quien supuestamente conquistó toda la región. En la región se halla la ciudad de Olimpia (que no visitamos), centro religioso de la Antigüedad, donde se celebraron los primeros Juegos Olímpicos, y la ciudad de Esparta, una de las ciudades más importantes de la Grecia antigua. Antes de nada, me gustaría recomendar un blog que encontré cuando me puse a preparar el viaje, ya que me parece una maravilla y tiene muchos datos muy útiles y más amplios que los que yo aporto en esta entrada del blog.

https://www.greciaenprimerapersona.es/cuaderno-de-viaje-peloponeso.

    La primera parada fue el Canal de Corinto, el cual es uno de los proyectos de ingeniería más importantes a nivel mundial y comunica el mar Egeo y el mar Jónico. Se trata de una vía de agua artificial, permitiendo el transporte marítimo y separando el Peloponeso del resto de Grecia. Mide 6,3 km de largo y se construyó entre 1881 y 1893. Se trata de una parada rápida para estirar las piernas y ver el canal.

    Ponemos rumbo a Epidauro, conocido, entre otras cosas, por ser un Santuario de la Medicina. De hecho, lo más destacado que hay que ver es el Santuario de Asclipio y, por supuesto, el teatro de Epidauro. Tiene parking grande y la entrada son 12€ por persona. El teatro de Epidauro se construyó entre el siglo IV y el II a.C. y es, sin duda, uno de los teatros clásicos mejor conservados de la antigüedad. Tanto es así que hoy en día se sigue utilizando para representar obras clásicas en el Festival de Teatro de verano de Epidauro. Impresiona su acústica, de hecho, si varios suben a los asientos más altos del teatro y uno se pone a hablar en tono normal en el centro del escenario, veréis cómo se escucha, alucinante! No cogimos guía pero nos pusimos a leer información en internet a medida que visitábamos el emplazamiento. 

    Desde allí, pusimos rumbo directo a Nauplia o Nafplio. Comimos en O vasilis taverna, adecuado. Nafplio, fue capital del país entre 1829, fecha en que Grecia se independizó del imperio otomano, y 1834, cuando se trasladó la capital a Atenas. Es una ciudad pequeñita, monísima y vacía de turistas en esta época del año, lo cual se agradece. No es muy grande y en una tarde te da tiempo a recorrerla. Tiene una calle principal con tiendas, suelos de mármol y buganvilla en cada esquina. Hay una fortaleza en lo alto, a la que se puede llegar tras 900 escalones, la entrada es de 8€ (algunos subieron, otros en cambio nos quedamos paseando a nivel del mar). El paseo marítimo es agradable. Cenamos en Wind Duck, una auténtica delicia, muy recomendable. Esta noche nos hospedamos en Leto Nuevo Hotel, se encontraba en la parte alta del pueblo, muy limpio y agradable.

Día 6. Monasterio Elonas. Monemvasia. 

    Ponemos rumbo al sur por la costa del golfo Argólico, con destino final Monemvasia. La carretera que llega hasta la misma es bastante escarpada (si eliges ir por la costa, sino, hay zona de autopista) y una auténtica pasada. Todo el camino es precioso y, a partir de Leonidio, la carretera se hace interior entre valles y muchas curvas, eso sí, los paisajes son dignos de ver. La visita que merece más la pena es el Monasterio Elonas, incrustado en una roca en lo alto de una montaña con impresionantes vistas del valle. Habíamos comprado para hacer picnic, por lo que nos sentamos en una escalinata en la entrada del monasterio para hacer un tentempié rápido y continuamos hacia Monemvasia.


    Monemvasia, es casi una pequeña isla. Casi, porque se trata de una abrupta roca unida a la tierra por un estrecho istmo. De ahí su nombre: único (mono) paso (emvassia). La ciudad antigua, que se esconde en la cara oeste de la roca y no es visible desde tierra, se convirtió en una fortaleza medieval prácticamente impenetrable, llegando a ser un puerto muy importante y una plaza estratégica durante el Imperio Bizantino. 


    Nos hospedamos en Malvasia Hotel, una auténtica monería y el cual recomiendo mucho. Incluía desayuno tipo buffet. Es una delicia de pueblo, flores por doquier, casas color arenisca, empinadas calles empedradas, iglesias medievales, terrazas que se enfrentan a la inmensidad del mar, tejados, torres y tiendas monísimas que abundaban en la calle principal. Es un pueblito de lo más fotogénico, con unas vistas al mar maravillosas. Tiene una iglesia en la parte alta del pueblo, pudiéndose subir andando. Se trata de la Agia Sofia Church, del siglo XII y muy bien conservada. Se disfruta de un atardecer precioso desde arriba. Ese día cenamos en Oinomelo, restaurante súper recomendable, con un patio interior estupendo.

 

Día 7. Elafonisos. 

    Este día lo habíamos reservado para disfrutar de la playa en Elafonisos. Los días previos al final habíamos hecho bastante trayecto en coche y desde Monemvasia hasta Elafonisos apenas había 1 hora. Llegamos a Pounta, desde donde sale el ferry que te cruza hasta Elafonisos, una pequeña isla a 15 minutos en ferry desde la costa. El billete de ferry se paga allí mismo (unos 5€ por persona, con el coche incluido). Nosotros vimos los horarios en este link: https://www.visitelafonisos.gr/en/informations-en/ferry-schedule-and-tickets/

 

    Al llegar a la isla, hicimos el check in en Berdoussis Hotel, con habitaciones muy decentes y desayuno incluido. Nos dirigimos a Simos beach, a unos 15 minutos en coche, un istmo con una playa a cada lado, arena blanca (a diferencia del resto de playas del Peloponeso que son de guijarros) con aguas cristalinas y azul turquesa. La ponían como una de las mejores playas de la península, y la verdad que estaba fenomenal. Al ser temporada baja, había escasos lugares para comer. Sin embargo, nos habían recomendado Ta nissia tis panagias y allí que fuimos. Una terraza enorme y con vistas hacia la playa Panagea, un gustazo de plan. La comida muy rica. Nos quedamos hasta el atardecer, disfrutamos muchísimo y los dueños un encanto. Se notaba que era temporada baja porque no había nadie en la isla, pero se disfrutaba tanto de ser tan poquita gente, que mereció la pena. Por la noche cenamos cerca del puerto de Elafonisos, en Pita bar, un encanto de hombre el qué nos atendió.

 
Día 8. Gythio. Mistrás. Kalamata.

    Posimos rumbo temprano hacia Mistrás. Cogimos el ferry de las 10.40 y, yendo por la costa (con vistas increíbles como de costumbre) llegamos a Gythio. Habíamos leído que era un pueblo marinero con encanto y, si bien es cierto que es mono, no nos impresionó de ser gran cosa (en comparación con otros pueblitos del Peloponeso). Para hacer una pequeña parada a tomar algo y estirar las piernas estuvo bien. 


    La joya de la corona era el destino final, Mistrás. Cuando te empiezas a aproximar a esta ciudad patrimonio de la Humanidad desde 1989, comienzas a divisar las cúpulas rojas de sus numerosas iglesias y los restos de sus murallas y palacios. Se encuentra a escasos kilómetros de la ciudad de Esparta y fue fundada en el siglo XIII, siendo conquistada posteriormente por los bizantinos. Mistrás llegó a ser la segunda ciudad más importante de su Imperio, tras Constantinopla. Tras los bizantinos fue ocupada sucesivamente por turcos y venecianos. La ciudad fue totalmente abandonada en 1832 por eso se la conoce como “ciudad fantasma”. Sólo se conserva un impresionante conjunto de ruinas medievales integradas en un paisaje que impresiona. 

 

    Comimos de picnic en lo alto del sitio arqueológico antes de entrar al lugar visitable. La entrada eran 12€ por persona. Paseamos por su interior cerca de 3h, entramos en sus numerosas iglesias que albergan preciosos frescos muy bien conservados y disfrutamos de las vistas que se tienen en todo momento. Posteriormente, con el coche alcanzamos la puerta de la fortaleza en la parte alta y tras subir bastantes escalones alcanzamos lo alto de la fortificación, con vistas impresionantes de todo el valle que rodea la zona. Para finalizar el día, pusimos rumbo hacia Kalamata, el próximo destino para dormir, unos apartamentos estupendos la verdad (DN Sea Apartments). Habíamos reservado para cenar en Notias y la verdad es que nos gustó bastante. 
Día 9. Voidokilia beach. Vuelta a Madrid.

    Kalamata, ubicada en el golfo de Mesenia, pese a ser conocida por sus aceitunas, no tiene mucho encanto. Por ello no dedicamos tiempo en visitarla. Sin embargo, es un buen punto para pernoctar de cara a visitar la zona más al oeste de la península del Peloponeso, donde se encuentra una de las mejores playas, Voidokilia y el pueblo de Pylos. Por ello, previo a poner rumbo de vuelta a Madrid, nos dirigimos hacia dicha playa, a una hora de Kalamata hacia el oeste. Fuimos a pasar la mañana allí. La playa es una monada, poquísima gente y tiene una rutita hasta lo alto del castillo que se divisa desde la playa con unas vistas de escándalo. Pylos no nos dio tiempo a visitarlo. Pusimos rumbo de vuelta Atenas aeropuerto, donde dejamos el coche y volvimos a Madrid.

    Atenas ha sido todo un descubrimiento, ha superado con creces mis expectativas ya que había recibido bastantes malas opiniones de la ciudad. Si bien es cierto que los barrios más nuevos son muy decadentes, impresionan de antiguos, sucios… Atenas atesora una historia increíble y la zona del Acrópolis y del barrio de Plaka son suficientes para superar los contras de la ciudad. La comida es una delicia y el espíritu es muy similar al de los españoles, son súper serviciales. La parte del Peloponeso me ha parecido una joya para visitar, un descubrimiento. Permite realizar un viaje largo de unas 2 semanas por toda la península. Es un viaje que recomiendo encarecidamente.