domingo, 6 de diciembre de 2020

Lanzarote en 1 semana

    En plena pandemia y en noviembre 2020, cuando estábamos entre la segunda y la tercera ola y las restricciones eran más laxas, nos decidimos prácticamente de la noche a la mañana a coger un vuelo a Lanzarote. Teníamos unas amigas que habían ido hacía poco y, junto con sus recomendaciones y el hecho de que fui de pequeña con mi familia, sabíamos que la isla tenía grandes atractivos que ofrecer... tranquilidad, paisajes diferentes, sol y gastronomía. Un poco de esa ansiada libertad de viajar.

Isla La Graciosa

Primer día (sábado 28 nov 2020). Llegada a Tinajo.

    Llegamos a medio día a la isla, alquilamos coche en la empresa CICAR (previamente reservado online, se paga al llegar, está genial porque es a todo riesgo sin franquicia y sin depósito). Vamos al Airbnb que habíamos reservado, está cerca de Tinajo, en un caminito sin asfaltar. La casa una maravilla con una parcela enorme y una terraza. Dejamos las cosas y vamos a comer a Tinajo, en Majo Picón (bien valorado en Google y barato). Por la tarde vamos a hacer la compra de la semana y al terminar nos vamos hasta Playa Blanca a dar un paseo, tomar una cerveza y luego a cenar a Casa Brígida (tienen pescado fresco, nosotros pedimos una corvina).

Segundo día. Teguise, Jardín de los Cactus, Jameos del Agua, Cueva de los Verdes y Mirador del Río.

    Amanecemos temprano. Desayuno abundante y camino a Teguise, un pueblito muy agradable. Los domingos tienen mercadillo y todas las tiendas de artesanía abren. Una iglesia y una plaza muy bonitas. Tomamos algo en una bocacalle con una terracita (El patio) y nos acercamos a la oficina de turismo para que nos den recomendaciones generales. Nos decidimos por visitar entre hoy y mañana los sitios más turísticos. 

Teguise

    En noviembre y en situación de COVID no hay apenas gente en ningún lado por lo que es un gusto ya que no hay colas ni aglomeraciones. Vamos a El jardín de los cactus, obra de César Manrique, que descubriréis su importancia en la isla a medida que vayáis conociéndola (se venden entradas en pack que incluye los sitios más conocidos de la isla, sale más barato que comprándolo por separado. Nosotros compramos el pack de 4 lugares para visitar). Después, visitamos Los jameos del agua, cerquita de lo anterior y también obra de César. Nos gustó más la primera visita, por ser un lugar insertado en plena naturaleza, curioso y original; los jameos del agua los entendimos algo más turísticos, dentro de seguir la línea artística de Manrique. 

El Jardín de los Cactus

    Apretaba el hambre, así que nos decidimos por acercarnos a Haría (un pueblito de casas blancas con muchísimas palmeras, por eso se conoce como El Valle de las mil palmeras) y comimos en Tacande, después de dar un paseito por el pueblo, un sitio fusión japonés-canario en una terraza bien agradable. Tras ello, seguimos con nuestro día turístico y fuimos a La cueva de los verdes a la visita guiada de las 16.00, curioso. No soy mucho de visitas guiadas con filas de turistas, sin embargo, dada la situación de pandemia se vivió mucho más distendido de lo que debe ser habitualmente. 

La cueva de los verdes

    Antes de volver a casa a descansar, nos acercamos a el Mirador Del Río. No pagamos la entrada, dejamos el coche en el parking y caminamos hacia la antena grande de la derecha (en realidad no está permitido, sin embargo, y volviendo a la situación excepcional, dado que no había apenas gente nos atrevimos a caminar a nuestras anchas). Vistas increíbles de la zona norte de la isla hacia la Graciosa con el atardecer de fondo. El Mirador es otra obra de César y debe ser bonito pero las vistas son desde un restaurante con zona acristalada que me imagino, le quita algo de encanto. Después de este día tan intenso, vuelta a casa a descansar y cena casera.

Mirador del Río

Tercer día. Parque Nacional del Timanfaya, Ruta del Litoral, Mirador el Golfo.

    Día soleado desde el amanecer. Decidimos empezar el día con el último lugar incluido en nuestro ticket de los 4 sitios turísticos. Vamos hacia el Parque Nacional del Timanfaya, al centro de visitantes a que nos expliquen un poco las zonas. Visitamos las Montañas de Fuego y luego nos montamos en un bus (incluido en la entrada) que te da una vuelta de una media hora por el parque (vistas preciosas pero en general cero recomendable por ser modo guiri, sin poder bajarte y con una explicación por el altavoz). Esta visita me parece prescindible, y eso que en el momento que fuimos no había apenas gente. Me imagino que en verano parecerá un festival lleno de gente en autobuses y todos viendo como echan agua en un géiser para que expulse el agua. 

    En su lugar, hay una ruta (que hicimos después de esto), que se llama la ruta del litoral, que comienza en un pueblo que se llama el Golfo (y es una cucada) y recorre la costa oeste de la isla unos 12km. Nosotros llegamos hasta la Playa del Paso. Las vistas son una pasada, todo roca volcánica negra con acantilados y olas rompiendo. Nos avisaron de que había temporal y había que tener cuidado. De hecho, cuidado con las olas al romper porque una de ellas nos caló enteros. En la playa comimos de picnic y tras descansar allí un rato, nos dimos la vuelta. No hacía tiempo de bañarse pero se estaba a gusto con el solecito. Son unos 6km de trayecto pero cansan como si fueran el doble porque el terreno es muy difícil (importante llevar buen calzado). 

Ruta del litoral

Picnic en la Playa del Paso

    Tras ello nos tomamos algo en el pueblo con vistas al mar y subimos al Mirador el golfo desde el que se ve una laguna con agua verde por unas algas especiales que tiene el agua. De vuelta paramos en los hervideros y finalmente volvimos a casa a descansar. Nos apetecía cenar fuera así que propusimos ir a Arrecife (la capital) y es de las ciudades con menos encanto en la que he estado, igual es por que era de noche, pero no lo recomiendo. De hecho, tras 15 minutos de paseo cogimos el coche y nos fuimos a un restaurante que nos habían recomendado en Teguise (Hespérides) y nos encantó! Por dentro ideal y la comida una delicia (salimos a 35€ por persona, con botella de vino). 

Cuarto día. Isla La Graciosa.

    Día reservado para ir a la Isla La Graciosa (al norte da Lanzarote) ya que era el día más soleado de la semana. Preparamos comida en tuppers para hacer día de picnic y nos fuimos hacia Órzola, al noreste de la isla, desde donde salen los ferrys. Hay dos empresas y solapan horarios (a en punto y a y media, tanto de ida como de vuelta), el precio es el mismo (26€ por persona ida y vuelta). El trayecto es de unos 30 minutos. 

Playa de Las Conchas

    Al llegar, queríamos alquilar bicis para ir hasta la Playa de las Conchas, nos habían hablado muy bien de la playa. Nada más bajar había varios sitios de alquiler de bicis, el trámite es sencillo, son 10€ por persona e incluye el casco. El pueblito es muy mono, con las típicas casas blancas que caracterizan a la isla, no tiene las calles asfaltadas y son de arena. Tiene varios bares/restaurantes, un minimarket y una panadería. En el sitio de alquiler de bicis te dan un mapita de la isla con indicaciones para llegar a la playa de las conchas, el camino es de tierra y se hace cansado por las cuestas y el sol pero las vistas son preciosas (existe la posibilidad de alquilar un jeep, algo más caro, que te lleva por la isla). Son 6km de trayecto. La playa es una auténtica pasada. Suele estar prohibido el baño por las corrientes, eso si, el agua es cristalina cristalina. Nos tumbamos un rato allí, disfrutando el sol y las vistas. Detrás, esta la montaña amarilla, se puede subir andando pero nosotros optamos por no hacerlo y poner rumbo de vuelta ya que empezaba a apretar el hambre. 

Con la bici alquilada

    Al llegar al pueblo, dejamos las bicis y comenzamos a pasear hacia el sur de la isla, hasta la Playa Francesa (unos 45 minutos de paseo), el agua mucho más tranquila que en el norte. Comemos nuestros tuppers y descansamos. Dudábamos si bañarnos o no, ya que la temperatura era ideal pero con la brisa que había se quitaban las ganas de bañarte, finalmente no lo hicimos. Tranquilamente, volvimos al pueblo y a las 17.30 cogimos el ferry de vuelta. Compramos algo de cena y nos fuimos a casa. Imprescindible este plan!!

Quinto día. Monumento al campesino, Famara, La Geria, Cala del Papagayo.

    Nos levantamos tranquilamente y después de desayunar queríamos ir a visitar la Casa de César Manrique (que está en Haría y cuando estuvimos no nos dio tiempo) sin embargo vemos en Google que está cerrada, llamamos y nos confirman que por el COVID la tienen cerrada. En su lugar, vamos al Monumento al campesino (gratuito y curioso, también obra de César en honor a los agricultores y ganaderos de Lanzarote), que nos pilla de paso hacia la Playa de Famara, playa muy larga y en una bahía donde la gente hace surf (dan cursos), nos sentamos en la playa al solecito y después nos ponemos rumbo a la zona de viñedos (la Geria). Es una carretera donde hay muchas bodegas en las que puedes parar a tomar unos vinos. Paramos en El chupadero y después nos fuimos a la Bodega la Geria, nos tomamos otro vino con una tabla de quesos de la zona y nos animamos a hacer la visita guiada por la bodega (9€/persona), que dura una hora e incluye una pequeña cata al final.

Viñedo La Geria

    Teníamos reserva en un restaurante que nos habían recomendado en Yaiza (La bodega De Santiago), tiene una terraza con un ficus enorme y precioso en la entrada. La comida muy rica (salimos a 30€ cada uno). Vamos hacia el sur, a la zona de Playa Blanca (donde hay múltiples playas que en verano deben llenarse hasta los topes). Tras un camino de tierra de unos 5-6km llegamos hasta la Cala del Papagayo (durante el camino hay señalizaciones a diferentes playas) donde hay dos chiringuitos. Nuestra idea inicial era tomar algo mientras veíamos la puesta de sol, pero estaban cerrados. Nos damos un paseo por toda la costa con el sol cayendo, una auténtica preciosidad!!! Ponemos fin al día y volvemos a casa.

Cala del Papagayo con los dos chiringuitos al fondo

Sexto día. Ruta Caldera Blanca. 

    Último día entero en Lanzarote. Teníamos dudas de si coger una clase de surf en Famara o hacer una ruta por la Caldera Blanca. Finalmente nos decidimos por lo segundo. Desde el pueblo de Mancha Blanca comienza la ruta por la Caldera Blanca (perfectamente indicada), hay un caminito de arena que te lleva hasta un parking desde donde se comienza a andar (nosotros lo dejamos en el pueblo porque no sabíamos que se podía dejar en ese parking). 

Inicio de la ruta

    Inicialmente, la ruta es llana sobre terreno pedregoso volcánico, calzado cómodo y cerrado imprescindible. Se llega a la caldereta, un cráter pequeño en comparación con el siguiente, la Caldera Blanca. Comenzamos la subida y desde un borde del cráter hasta la parte más alta del cráter del otro lado son otros 40 minutos andando (en total, ida y vuelta fueron 3h30). Las vistas son increíbles, tuvimos suerte y el cielo estaba despejado. Eso si, pasamos mucho calor. La vuelta la hicimos terminando la vuelta al cráter en lugar de deshacer el camino. Creo que es mejor deshacer el camino ya que por el otro lado el camino era algo complicado. 

Caldera Blanca

    Al llegar al coche estábamos bastante cansados, habíamos reservado en Restaurante El risco (nos lo habían recomendado), en la playa de Famara. El ambiente del pueblo es muy animado. A pesar de que la comida estaba rica, la atención fue bastante mala, muy antipáticos. Volvimos a casa a descansar y, por la tarde, habíamos quedado con unas amigas en Restaurante Lagomar (el sitio es una pasada, construido por César Manrique, en Nazaret), tomamos algo primero en una especie de cueva que hay al otro lado del propio restaurante y luego cenamos. Nos gustó mucho.

Séptimo día. Vuelta.

    El avión salía a las 14.00 asique aprovechamos la mañana para descansar, para hacer la maleta y para recoger todo.

    Un viaje completo, una isla preciosa y con un paisaje único. Buen tiempo, descanso y un soplo de libertad en plena pandemia. Si haces un viaje con el objetivo de conocer a fondo la isla (sin dedicarle tiempo a las playas), terminas con un conocimiento bastante amplio de la misma. Conozco 5 de las 7 principales islas del archipiélago canario y Lanzarote es una de mis favoritas.

domingo, 4 de octubre de 2020

Cabo de Gata (Almería) en 1 semana

    Dos muy buenas amigas del hospital donde trabajo y yo queríamos irnos 1 semana de vacaciones en septiembre (en pandemia, previo a la segunda ola). Inicialmente pensamos en irnos a Galicia, a la costa oeste. Teniendo todo mirado y parcialmente organizado, vimos que el tiempo no iba a acompañar nuestro viaje, por lo que dimos un cambio a una semana vista y nos decidimos por Cabo de Gata, una zona de Almería que inicialmente puedes pensar que no tiene mucho que ofrecer y que tras una semana allí, puedo decir que es de los viajes que más me ha sorprendido. Quizá sea porque mis expectativas eran muy estándar. 

Playa Mónsul

Primer día (21 septiembre 2020). Viaje y llegada a Islote del Moro.

    Iniciamos el viaje desde Madrid en nuestro coche propio. El viaje son unas 5 horas y media. Nosotras hicimos una parada en Guadix, un pueblo de Granada ya que un profesor del colegio de una de mis amigas era de ese pueblo y le hacia ilusión parar. Resultó ser un pueblo muy bonito. Subimos al Mirador de Guadalupe a comer unos bocatas que nos habíamos hecho en Madrid y nos dimos un paseo por sus calles: la Catedral, la Plaza de la Constitución... 

Mirador de Guadalupe

    Seguimos hacia nuestro destino, Almería. Cogimos alojamiento por Booking para dos noches únicamente y decidimos ir viendo sobre la marcha si nos apetecía cambiarnos de sitio. Nos hospedamos en Hotel Cortijo el Paraíso, a 5 minutos en coche de Islote del Moro. Sin duda, nos encantó el sitio ya que ampliamos la estancia una noche más. 

Hotel Cortijo el Paraíso

    Estábamos cansadas del viaje, por lo que decidimos descansar un rato y después nos acercamos en coche hasta el Islote del Moro, subimos al peñote y vimos el atardecer con unas cervecitas que habíamos comprado. Cenamos en el Islota Pensión, en una terraza agradable que daba al mar, sin embargo la comida nos decepcionó bastante. 

Atardecer en el peñote de Islote del Moro

Segundo día. Bautismo, San José y Cala Higuera.

    Veníamos con ganas de hacer un bautismo de buceo. Una de mis amigas había hecho uno hacía unos años y le había gustado. Además, Almería tiene fama de tener aguas fantásticas para bucear. No nos habían recomendado ningún centro en especial para realizar el bautismo pero puedo decir que tuvimos la mayor de las suertes porque dimos con un instructor estupendo, a través de internet. 

    Llamamos a un par de sitios que no nos convencieron (nos pareció que iban muy al negocio, con grupos grandes y no muy serios). La tercera llamada se la hicimos a David (Buceo la Isleta, Islote del moro) y sin lugar a dudas nos transmitió confianza e implicación desde el primer momento. Quedamos con él en Islote del Moro por la mañana temprano, nos aportó todo el material y tras una charla inicial de nociones básicas del buceo, la seguridad y las maniobras que debíamos conocer, nos adentramos en el agua: una con él, otra con un segundo instructor y la tercera esperó a que saliera David con la primera de nosotras y se metió con él. Cada una estuvimos una hora. Entramos desde la playa, lo cual para una primera vez es mucho más seguro ya que puedes ir adaptando la respiración a medida que vas andando hacia mar adentro. En resumidas cuentas, súper recomendable, un gran profesional, amante de su trabajo... Además nos hizo un sol maravilloso y pudimos ver muchos peces (nos iba explicando bajo el agua con una pizarrita). Está claro que nos quedamos con ganas de sacarnos el curso Open Water.

Con David después del bautismo

  Ya era hora de comer así que nos fuimos hacia San José. Queríamos comer en El Refugio (un chiringuito en Cala Higuera), que nos lo habían recomendado pero estaba cerrado, así que tuvimos que ir hacia San José a buscar plan B. Terminamos comiendo en La Raspa, que aunque está al lado de una carretera, estaba bastante lleno de gente de allí y nos dio buena espina. Nos acabó gustando mucho. Tras ello fuimos a Cala Higuera a descansar y terminamos con un paseo por San José, que tampoco tiene mucho. Nos volvimos a nuestro Cortijo y por la noche fuimos a cenar a Pizzería Isoletta (otro de los pocos restaurantes de Islote del Moro), y nos sorprendió bastante porque estaba realmente rico. 

La Raspa

Tercer día. Ruta Genoveses-Mónsul y Salinas.

    Un amigo nos había recomendado hacer la ruta desde Playa de Genoveses a Mónsul (famosa playa por haberse grabado películas, entre ellas "Indiana Jones y la última cruzada"). Teníamos previsto hacer una ruta en kayak pero el tiempo no acompañaba por lo que nos decidimos por hacer la ruta. 

Ruta Genoveses - Mónsul

    La ruta empieza en la Playa de Genoveses, dejas ahí el coche y hay indicaciones hacia Mónsul (por costa o por interior, nosotras hicimos lo primero, mucho más bonito). Eran apenas 5km, sin embargo se hicieron duros ya que al ser por la costa había subidas y bajadas por los acantilados hasta las calas continuamente. Durante el recorrido 5km por la costa te encontrabas con cala tras cala (Cala de los Amarillos, Cala Príncipe, Cala Chica y Cala Grande del Barronal, Playa del Paredón, Cala Palmito...), cada cual más especial, más bonita. Es un paisaje áspero y desértico pero diferente y asombroso. 

    La Playa Mónsul debe estar hasta los topes en verano, sin embargo a finales de septiembre, a pesar de que hay bastante gente, se está más a gusto. Nos dimos un baño y nos volvimos hasta los Genoveses, esta vez por el interior, mucho más corto y en llano. Una vez allí comimos de picnic en la playa y nos fuimos hacia la Playa Salinas y el Faro de Cabo de Gata, donde paseamos por la zona (arrecife de las sirenas) y nos tomamos algo. Cansadas, nos volvimos al Cortijo y después nos fuimos a cenar a Las negras, a Casa Aurora (de lo poco que estaba abierto), correcto y barato.

Arrecife de las Sirenas

Cuarto día. Kayak y Playazo.

    Ya que no pudimos hacer kayak el tercer día, lo reservamos para el cuarto. Igual que con el buceo, buscamos por internet y localizamos esta empresa: Medialuna aventura (en San José) que realizaba salidas diarias de unas 3-4 horas bordeando la costa hacia el norte. Éramos un grupo de unas 10-12 personas con dos monitores que nos explicaban curiosidades de la zona. En una de las calas paramos a hacer snorkel (nosotras llevábamos nuestras propias gafas, pero sino te las prestan sin problema). Experiencia divertida. 

Kayak

    A la vuelta, con los brazos agotados de remar, nos tomamos el aperitivo en una terraza de San José y compramos para hacer bocatas. Fuimos hasta el mirador de la amatista (hacia el norte), donde comimos, antes de ir a pasar toda la tarde en el Playazo. Ya habiendo recogido todo en el Cortijo, nos fuimos a otro en Níjar que encontramos por Airbnb (Cortijo el Álamo), también precioso. 

Cortijo el Álamo

Quinto día. Mojácar, Agua Amarga y Cala de Enmedio.

    Al tener cocina, pudimos hacernos desayuno en casa. Hacia un día espléndido y nos apetecía cambiar de registro de plan así que nos fuimos a conocer Mojácar pueblo. En verano debe ser un foco de guiris y de gente, sin embargo, en septiembre fue una maravilla poder pasear tranquilamente por las calles, sentarnos en una terracita, comprar algunas cosas... Me sorprendió el encanto del pueblo, con bastantes cuestas y casitas blancas. 

Mojácar

Mojácar

    Tras pasar allí la mañana, nos fuimos a Agua Amarga, pasando por la Playa de los Muertos (es de las más conocidas, sin embargo estaba llenísima, el parking era de pago y nos dio pereza quedarnos allí). Es un pueblo de veraneo muy mono y gracias a la recomendación de una amiga que ha veraneado allí desde pequeña, fuimos a comer (previa reserva) a Tarahis, un chiringuito de playa rico, muy mono y muy agradable. Como hacia buen tiempo, nos apetecía playa, así que después de la comida nos pusimos rumbo a Cala de Enmedio. Para llegar, hay que hacer una caminata de unos 45 minutos que viene indicada y sale desde el final del pueblo, siguiendo la costa. La cala nos encantó; sin duda, mejor elección que habernos quedado en la de los Muertos. Con el anochecer volvimos a Agua Amarga, donde nos tomamos una cervecita viendo el atardecer y nos volvimos a Níjar a descansar.

Caminata hasta Cala de Enmedio

Sexto día. Níjar y Cala de San Pedro.
    
    Durante la mañana del penúltimo día del viaje, nos decidimos por visitar Níjar. Un pueblo precioso, una monada, todas las casas súper cuidadas, con cactus en las entradas y macetitas con flores. Subimos caminando hasta la Atalaya. En la parte más baja del pueblo hay una zona de calles que se conoce como el Mercado de las artesanías. Nos quedamos con la Alfarería Ángel y Loli. Nos la encontramos de casualidad y tienen infinidad de piezas de cerámica, preciosas, coloridas. Las tres nos hicimos con varias piezas, a precio increíble. 

Níjar

    Desde el día que llegamos a Níjar, vimos una sitio llamado Cactus Níjar que nos llamaba la atención, así que nos decidimos por visitarlo. Resulta que era una tienda de plantas. Los dueños eran una pareja mayor de alemanes que se dedicaban a cuidar cactus. Tiene un jardín trasero lleno de éstos. Muy recomendable visitarlo. También nos compramos unas cuantas plantitas. 

Cactus Níjar

    Nos dirigimos hacia Las Negras y tras preguntar por dónde se inicia la ruta hacia Cala de San Pedro, nos ponemos a ello (nos la habían recomendado bastantes personas; se trata de una cala donde hay una comunidad de hippies viviendo y lo llevan haciendo desde hace años. Muy  curioso). La ruta son 5 km de ida y 5 de vuelta, con vistas hacia el mar muy bonitas. Una vez llegamos, pudimos bañarnos y comimos bocatas que habíamos comprado. Tiene aguas cristalinas y dos bares que venden bebida y para tomarse una cervecita tiene muy buen ambiente. Cuando volvimos, vimos un bar (Bar Bodeguiya) realmente animado, con música y gente fuera así que nos decidimos quedar un rato (un poco demasiado COVID free...). Vuelta a casa a cenar.

Caminata hacia Cala de San Pedro

Séptimo día. Desierto Tabernas y vuelta.

    Último día. Salimos pronto, dirección Sorbas (es un pueblo en zona más interior de Almería, en el desierto de Tabernas), dimos un paseo agradable pero realmente tampoco tenía mucho. En esta zona es conocido el Fort Bravo (un estudio cinematográfico donde se han rodado  muchas películas Western). Hay rutas que incluyen visita del sitio, pero como no queríamos llegar muy tarde a Madrid, lo descartamos). Paramos en La Carolina a comer en Hotel La Perdiz, que también nos lo habían recomendado, muy rico.

    Para concluir, fue un viaje que superó mis expectativas. Un viaje completo, de mucha actividad (rutas, buceo, kayak...) y que pudimos exprimir al máximo. Un paisaje muy diferente al resto de la costa del sureste, que no deja indiferente a nadie. 

martes, 1 de septiembre de 2020

This is me

     Mi nombre es Cristina, tengo 27 años y nací en Madrid. Actualmente soy proyecto de Médico de Familia. Mi familia y amigos son pilares en mi vida y puedo decir que de lo que más disfruto es de exprimir mi tiempo libre al máximo, entre otras cosas, viajando.

 

    Me considero, y me consideran, una persona extremadamente ordenada. Como me dice una buena amiga, tengo cajones en la cabeza en los que clasifico mi vida entera: laboral, personal, familiar... Y la realidad es que también los tengo en la vida real, en mi casa, en el ordenador, en los armarios. Disfruto el orden y la optimización del tiempo. Esto tiene un lado positivo pero también deja menos tiempo a la improvisación y al dejarse llevar; cosa fundamental en los viajes. Es algo que he ido aprendiendo con cada uno de ellos.

    Viajar (y todo lo que ello conlleva) siempre ha sido mi mayor disfrute. El mítico: VIAJAR ES LO ÚNICO QUE PUEDES COMPRAR QUE TE HACE MÁS RICO, no puede parecerme más verídico. No ha habido ni una sola experiencia que no me haya aportado. Lo concibo como algo que moldea la mente, te hace ser más tolerante, más paciente, te da hambre de conocer otras culturas, otra forma de pensar... Y es así como te conoces más a ti mismo.

    En general, de todos los viajes que he hecho, he ido escribiendo un diario con los sitios que visitábamos, donde dormíamos, sus precios, sus restaurantes... así como las sensaciones que me han transmitido. Siempre lo he hecho porque releerlo me transportaba a ese momento de nuevo. Después de los viajes, muchos de mis conocidos me han pedido recomendaciones o resúmenes de ellos. Después de muchos años queriendo empezar un blog o un diario donde recopilar todos ellos, y siendo alentada por una persona maravillosa, he encontrado el momento de hacerlo. Y aquí estoy.