Dos muy buenas amigas del hospital donde trabajo y yo queríamos irnos 1 semana de vacaciones en septiembre (en pandemia, previo a la segunda ola). Inicialmente pensamos en irnos a Galicia, a la costa oeste. Teniendo todo mirado y parcialmente organizado, vimos que el tiempo no iba a acompañar nuestro viaje, por lo que dimos un cambio a una semana vista y nos decidimos por Cabo de Gata, una zona de Almería que inicialmente puedes pensar que no tiene mucho que ofrecer y que tras una semana allí, puedo decir que es de los viajes que más me ha sorprendido. Quizá sea porque mis expectativas eran muy estándar.
Playa Mónsul
Primer día (21 septiembre 2020). Viaje y llegada a Islote del Moro.
Iniciamos el viaje desde Madrid en nuestro coche propio. El viaje son unas 5 horas y media. Nosotras hicimos una parada en Guadix, un pueblo de Granada ya que un profesor del colegio de una de mis amigas era de ese pueblo y le hacia ilusión parar. Resultó ser un pueblo muy bonito. Subimos al Mirador de Guadalupe a comer unos bocatas que nos habíamos hecho en Madrid y nos dimos un paseo por sus calles: la Catedral, la Plaza de la Constitución...

Mirador de Guadalupe
Seguimos hacia nuestro destino, Almería. Cogimos alojamiento por Booking para dos noches únicamente y decidimos ir viendo sobre la marcha si nos apetecía cambiarnos de sitio. Nos hospedamos en Hotel Cortijo el Paraíso, a 5 minutos en coche de Islote del Moro. Sin duda, nos encantó el sitio ya que ampliamos la estancia una noche más.

Hotel Cortijo el Paraíso
Estábamos cansadas del viaje, por lo que decidimos descansar un rato y después nos acercamos en coche hasta el Islote del Moro, subimos al peñote y vimos el atardecer con unas cervecitas que habíamos comprado. Cenamos en el Islota Pensión, en una terraza agradable que daba al mar, sin embargo la comida nos decepcionó bastante.

Atardecer en el peñote de Islote del Moro
Segundo día. Bautismo, San José y Cala Higuera.
Veníamos con ganas de hacer un bautismo de buceo. Una de mis amigas había hecho uno hacía unos años y le había gustado. Además, Almería tiene fama de tener aguas fantásticas para bucear. No nos habían recomendado ningún centro en especial para realizar el bautismo pero puedo decir que tuvimos la mayor de las suertes porque dimos con un instructor estupendo, a través de internet.
Llamamos a un par de sitios que no nos convencieron (nos pareció que iban muy al negocio, con grupos grandes y no muy serios). La tercera llamada se la hicimos a David (Buceo la Isleta, Islote del moro) y sin lugar a dudas nos transmitió confianza e implicación desde el primer momento. Quedamos con él en Islote del Moro por la mañana temprano, nos aportó todo el material y tras una charla inicial de nociones básicas del buceo, la seguridad y las maniobras que debíamos conocer, nos adentramos en el agua: una con él, otra con un segundo instructor y la tercera esperó a que saliera David con la primera de nosotras y se metió con él. Cada una estuvimos una hora. Entramos desde la playa, lo cual para una primera vez es mucho más seguro ya que puedes ir adaptando la respiración a medida que vas andando hacia mar adentro. En resumidas cuentas, súper recomendable, un gran profesional, amante de su trabajo... Además nos hizo un sol maravilloso y pudimos ver muchos peces (nos iba explicando bajo el agua con una pizarrita). Está claro que nos quedamos con ganas de sacarnos el curso Open Water.

Con David después del bautismo
Ya era hora de comer así que nos fuimos hacia San José. Queríamos comer en El Refugio (un chiringuito en Cala Higuera), que nos lo habían recomendado pero estaba cerrado, así que tuvimos que ir hacia San José a buscar plan B. Terminamos comiendo en La Raspa, que aunque está al lado de una carretera, estaba bastante lleno de gente de allí y nos dio buena espina. Nos acabó gustando mucho. Tras ello fuimos a Cala Higuera a descansar y terminamos con un paseo por San José, que tampoco tiene mucho. Nos volvimos a nuestro Cortijo y por la noche fuimos a cenar a Pizzería Isoletta (otro de los pocos restaurantes de Islote del Moro), y nos sorprendió bastante porque estaba realmente rico.
La Raspa
Tercer día. Ruta Genoveses-Mónsul y Salinas.
Un amigo nos había recomendado hacer la ruta desde Playa de Genoveses a Mónsul (famosa playa por haberse grabado películas, entre ellas "Indiana Jones y la última cruzada"). Teníamos previsto hacer una ruta en kayak pero el tiempo no acompañaba por lo que nos decidimos por hacer la ruta.
Ruta Genoveses - Mónsul
La ruta empieza en la Playa de Genoveses, dejas ahí el coche y hay indicaciones hacia Mónsul (por costa o por interior, nosotras hicimos lo primero, mucho más bonito). Eran apenas 5km, sin embargo se hicieron duros ya que al ser por la costa había subidas y bajadas por los acantilados hasta las calas continuamente. Durante el recorrido 5km por la costa te encontrabas con cala tras cala (Cala de los Amarillos, Cala Príncipe, Cala Chica y Cala Grande del Barronal, Playa del Paredón, Cala Palmito...), cada cual más especial, más bonita. Es un paisaje áspero y desértico pero diferente y asombroso.
La Playa Mónsul debe estar hasta los topes en verano, sin embargo a finales de septiembre, a pesar de que hay bastante gente, se está más a gusto. Nos dimos un baño y nos volvimos hasta los Genoveses, esta vez por el interior, mucho más corto y en llano. Una vez allí comimos de picnic en la playa y nos fuimos hacia la Playa Salinas y el Faro de Cabo de Gata, donde paseamos por la zona (arrecife de las sirenas) y nos tomamos algo. Cansadas, nos volvimos al Cortijo y después nos fuimos a cenar a Las negras, a Casa Aurora (de lo poco que estaba abierto), correcto y barato.
Arrecife de las Sirenas
Cuarto día. Kayak y Playazo.
Ya que no pudimos hacer kayak el tercer día, lo reservamos para el cuarto. Igual que con el buceo, buscamos por internet y localizamos esta empresa: Medialuna aventura (en San José) que realizaba salidas diarias de unas 3-4 horas bordeando la costa hacia el norte. Éramos un grupo de unas 10-12 personas con dos monitores que nos explicaban curiosidades de la zona. En una de las calas paramos a hacer snorkel (nosotras llevábamos nuestras propias gafas, pero sino te las prestan sin problema). Experiencia divertida.
Kayak
A la vuelta, con los brazos agotados de remar, nos tomamos el aperitivo en una terraza de San José y compramos para hacer bocatas. Fuimos hasta el mirador de la amatista (hacia el norte), donde comimos, antes de ir a pasar toda la tarde en el Playazo. Ya habiendo recogido todo en el Cortijo, nos fuimos a otro en Níjar que encontramos por Airbnb (Cortijo el Álamo), también precioso.
Cortijo el Álamo
Quinto día. Mojácar, Agua Amarga y Cala de Enmedio.
Al tener cocina, pudimos hacernos desayuno en casa. Hacia un día espléndido y nos apetecía cambiar de registro de plan así que nos fuimos a conocer Mojácar pueblo. En verano debe ser un foco de guiris y de gente, sin embargo, en septiembre fue una maravilla poder pasear tranquilamente por las calles, sentarnos en una terracita, comprar algunas cosas... Me sorprendió el encanto del pueblo, con bastantes cuestas y casitas blancas.
Mojácar
Mojácar
Tras pasar allí la mañana, nos fuimos a Agua Amarga, pasando por la Playa de los Muertos (es de las más conocidas, sin embargo estaba llenísima, el parking era de pago y nos dio pereza quedarnos allí). Es un pueblo de veraneo muy mono y gracias a la recomendación de una amiga que ha veraneado allí desde pequeña, fuimos a comer (previa reserva) a Tarahis, un chiringuito de playa rico, muy mono y muy agradable. Como hacia buen tiempo, nos apetecía playa, así que después de la comida nos pusimos rumbo a Cala de Enmedio. Para llegar, hay que hacer una caminata de unos 45 minutos que viene indicada y sale desde el final del pueblo, siguiendo la costa. La cala nos encantó; sin duda, mejor elección que habernos quedado en la de los Muertos. Con el anochecer volvimos a Agua Amarga, donde nos tomamos una cervecita viendo el atardecer y nos volvimos a Níjar a descansar.
Caminata hasta Cala de Enmedio
Sexto día. Níjar y Cala de San Pedro.
Durante la mañana del penúltimo día del viaje, nos decidimos por visitar Níjar. Un pueblo precioso, una monada, todas las casas súper cuidadas, con cactus en las entradas y macetitas con flores. Subimos caminando hasta la Atalaya. En la parte más baja del pueblo hay una zona de calles que se conoce como el Mercado de las artesanías. Nos quedamos con la Alfarería Ángel y Loli. Nos la encontramos de casualidad y tienen infinidad de piezas de cerámica, preciosas, coloridas. Las tres nos hicimos con varias piezas, a precio increíble.
Níjar
Desde el día que llegamos a Níjar, vimos una sitio llamado Cactus Níjar que nos llamaba la atención, así que nos decidimos por visitarlo. Resulta que era una tienda de plantas. Los dueños eran una pareja mayor de alemanes que se dedicaban a cuidar cactus. Tiene un jardín trasero lleno de éstos. Muy recomendable visitarlo. También nos compramos unas cuantas plantitas.
Cactus Níjar
Nos dirigimos hacia Las Negras y tras preguntar por dónde se inicia la ruta hacia Cala de San Pedro, nos ponemos a ello (nos la habían recomendado bastantes personas; se trata de una cala donde hay una comunidad de hippies viviendo y lo llevan haciendo desde hace años. Muy curioso). La ruta son 5 km de ida y 5 de vuelta, con vistas hacia el mar muy bonitas. Una vez llegamos, pudimos bañarnos y comimos bocatas que habíamos comprado. Tiene aguas cristalinas y dos bares que venden bebida y para tomarse una cervecita tiene muy buen ambiente. Cuando volvimos, vimos un bar (Bar Bodeguiya) realmente animado, con música y gente fuera así que nos decidimos quedar un rato (un poco demasiado COVID free...). Vuelta a casa a cenar.
Caminata hacia Cala de San Pedro
Séptimo día. Desierto Tabernas y vuelta.
Último día. Salimos pronto, dirección Sorbas (es un pueblo en zona más interior de Almería, en el desierto de Tabernas), dimos un paseo agradable pero realmente tampoco tenía mucho. En esta zona es conocido el Fort Bravo (un estudio cinematográfico donde se han rodado muchas películas Western). Hay rutas que incluyen visita del sitio, pero como no queríamos llegar muy tarde a Madrid, lo descartamos). Paramos en La Carolina a comer en Hotel La Perdiz, que también nos lo habían recomendado, muy rico.
Para concluir, fue un viaje que superó mis expectativas. Un viaje completo, de mucha actividad (rutas, buceo, kayak...) y que pudimos exprimir al máximo. Un paisaje muy diferente al resto de la costa del sureste, que no deja indiferente a nadie.